El dolor de un traición, es indescriptible, es una sensación de vacío, rabia, impotencia. Es no saber que hacer, ni a donde ir, no saber si correr o quedarse quieto, no sabes si llorar esta bien o fingir una sonrisa. Ese dolor te arrastra al limbo y ahí cuando estas sola, comienza a azotarte, te patea, te escupe, te flagela hasta desgarrarte la piel, no tiene piedad, golpea en las heridas, una y otra vez, no va a parar, hasta que sientas frío, ese frió que traspasa la piel, ese frió filudo que se te clava en la espalda y te hace arrodillar por dolor, que te hace mirar al cielo y solo pedir que pare, que por favor pare.
La traición te grita, se burla en tu cara, te pregunta si te duele, mientras te ahorca quitándote la respiración, ajustándote el cuello sin piedad, te deja desecha en el piso, mete sus manos en tu pecho, te arranca el corazón, lo pone entre sus manos y te mira directamente a los ojos, se acerca a ti, puedes verle la cara y te das cuenta que no era un enemigo quién te apuñalo...
Alejandra
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